jueves, 1 de noviembre de 2012

EL NIÑO QUE AMABA LAS COMETA Y POR ESO LAS PERDIA

Una historia muy real.


Erase una vez que se era, un niño que quería volar.

Siendo pequeño, dijo en clase cuando le preguntaron que quería ser de mayor.

"QUIERO VOLAR" 

Y todos los niños se rieron de él, tantas fueron las risas, que a la salida del colegio lo llevaron a un cerro, y para gastarle una broma, jugaron con él a hacerlo volar, y entre todos cogían al niño en volandas y lo lánzaban al aire gritándole...

- ¡Vuela! ¡Vuela!

Pero el niño caía en el suelo una y otra vez. Y los niños le pegaban y gritaban...

- ¡Mueve los brazos estupido! ¡Así te caeras siempre! ¡Te vamos a estar lanzando por el cerro hasta que vueles!

Y esa tarde se volvío eterna para el pobre niño. Lo lanzarón repetidas veces y en todas ellas, cayó al suelo provocándole una nueva herida.

Cuando se cansaron del juego, los niños lo dejaron solo y herido en medio de aquel cerro. Cuando volvío esa noche tarde a casa, sus padres lo vieron como había llegado y cuando le preguntarón, el niño mintio. 

- Es que me he caido jugando.

Sus padres lo castigaron y el niño se acosto llorando y abrazado a su almohada. No podía decirle a sus padres lo ocurrido, su padre renegaría de él por ser un estupido que quería volar y su madre lo vería con decepción ya que nunca podría proteger a nadie si el mismo no era capaz de protegerse por si mismo de los golpes.

Pasaron los años, y las heridas cicatrizaron, pero no las interiores, sus sueños le parecían ridiculos, y lo que mas le atormentaba es que su sueño era volar. Y eso le hacía muy infeliz. No lograba liberarse de ese sueño que tanto le atormentaba.

Entonces un día paseando, descubrío un papel que lo hacía mover el viento por el aire. Vio un papel que volaba, entonces se sintio mucho menos que un papel... Hasta un simple papel es mejor que yo se decía.

Entonces como el no podía mejorar, porque sentia que alguien vendría y lo humillaria riendose de su sueño, decidio constuir una cometa con ese papel que había encontrado, así el pobre papel podría volar más y más alto. 

Y así lo hizo, construyo una cometa impresionante, siguiendo el diseño que había preparado para sus alas, que el hubiera usado para volar, y cuando la intento lanzar, fracasó... Pero como lo hacía en secreto y a escondidas, no tenía miendo al ridiculo y siguio mejorándolo, hasta que cada día lograba que la cometa volara más y más alto. Hasta casí volverse un punto invisible en el inmenso cielo azul...

Era entonces cuando ya el viento soplaba con mucha fuerza, y el por miedo a perder su preciada cometa, tiraba de ella con fuerza. 

Pero la cometa, antes un humilde papel, sufria a causa de los fuertes vientos, y le dolía, no entendía porque tiraba tan fuerte de ella, aquel que tanto amor le había dado haciéndola volar tan alto. Ella buscaba la suavidad de antes, no esa brusquedad a la que estaba siendo sometida. Entonces, la cometa, no aguantando más tanta tensión decidio romper el cordel.

Y el hombre que jugaba con las cometas, volvio a sentirse el niño estrellado en el suelo por sus amigos.

Y así le ocurrió con cada papel que encontró en su vida, las transformba en cometa y cuando lograba que volara lo suficientemente alto, la perdía.

Y cada día , se sentía más como ese niño estrellado en el suelo de tantas veces que sus amigos lo había lanzado al aire.

Hasta que un día, ese hombre sintio ganas de acercarse al mismo cerro donde un día los niños lo humillaron, y lanzarse esta vez desde lo más alto, sin alas que lo sujetaran. Entoces, vio un cometa, de larga cola blanca surcando el inmenso cosmos y el sentía que se burlaba de él sobre aquel cerro.

FIN


Esta historia es muy real, y a buen entendedor sabrá de metáforas.

He aprendido que cuando he estado con una persona, siempre la he apoyado, querido Y amado como mejor he podido.

Pero hay otra realidad, cuando esas mujeres, han logrado llegar a lo más alto, a que se sientan bien consigo mismas, cuando he logrado ver que ellas vean esa belleza que realmente veo yo en ellas...

La cosa se acaba rompiendo.

Y no es culpa de ellas, la culpa es solo mía, porque cuando ellas terminan de florecer, cuando mejoran y se sienten fuertes y autosuficientes para continuar su camino, entonces es cuando yo me siento inutil.

No siento que pinte nada a su lado, ella ya no necesita a alguien como yo, nadie que les recuerde, siento que ya no necesitan mi apoyo, que ya soy un lastre. Siento que necesitan a alguien mejor, a un ganador como ella, que este a su misma altura.

Eso me hace sentirme fatal. Entonces gano inseguridad, me vuelvo exigente, y la pobre a la que ha ayudado nota que algo no funciona, que no termina nunca de mejorar. Siente que la agobio y que parece que nunca ella es lo suficientemente buena para mí.

Y es todo lo contrario. Ahora es demasiado buena para mí.

Se vuelven muy superiores a mí, no me siento digno de ellas y eso me da miedo en el fondo de una forma inconsciente.

Todo lo he provocado yo, porque noto que ya no soy suficiente para ellas. Que no podré estar a su altura. Que el niño ha elevado demasiado la cometa para poder disfrutar con ella y sabe que tarde que temprano se le escapará.

Me mueve un sentimiento de egoismo del que no me había sido consciente hasta ahora. 

Pido perdón desde aquí y me he prometido personalmente, ir de una en una y pedirles perdon por lo que les hice.

Nunca lo he hecho de forma consciente, pero eso no excluye el daño que he ocasionado.

Te doy gracias por habermelo hecho ver...

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