viernes, 9 de noviembre de 2012

HASTA LOS COJONES DE MI MISMO

Esta mañana, de camino a la libreria, justo cuando iba llegando, vi una mujer desde una ventana de una casa terrera que me decia por señas...

LLAMA A LA POLICIA

Imité su mimica exagerando mis labios para que pudiera leerlos sin dificultad, y así confirmar lo que me decía. 

La mujer asíntio. De pronto me invadió el pánico, no se porqué, pero así fue. 

Me encogí de hombros mirando a la señora y segui mi camino hacía la libería que estaba donde me dirígia. Mi sentido común me hizo llamar a la policia y al cabo de lo que fueron 15 minutos interminables aparecieron.

Pero la mujer no abrío. 

Tocaron a los vecinos de la casa de al lado, que no son el tipo de vecinos que te gustaria tener junto a tu casa y hablaron con ellos largamente, pero como la señora no salía los policias se tuvieron que marchar.

Deduzco que la mujer tenía miedo y por eso no salía. Temeria que si descubria sus dos vecinos que fue ella la que llamó, le harían la vida imposible.

Ahora supongo que esos dos vecinos andaran investigando quién fue el que llamó y supongo que si son medianamente listo descubrirán que he sido yo. Con sus correspondientes consecuencias...

He sentido rabia por la reacción de la señora, porque es precisamente la que he tenido yo en muchas ocasiones.



Por eso comienzo mi escrito con esta anécdota que me ha pasado esta mañana. 

Estoy hasta los cojones de mi mismo. 

Lidia siempre dijo que la ira que siento muchas veces hacía los demás, haciá las cosas que me enfadan, no son más que el reflejo en los demás de las cosas que no aguanto de mi mismo.

Y tenía toda la razón.

Es por ello que estoy hasta los cojones de mi mismo. Porque siento que lo estoy del mundo.

He perdido perdón a toda mujer que compartió experiencias conmigo y acabó herida, o sentí que en el fondo la hería. Y todas hasta ahora me han perdonado y mantengo la amistad con todas ellas. Lo que demuestra que nunca me he equivocado al decirle a cada una de ellas, que eran perfectas, que eran grandes y que siempre pude ver eso en el interior de ellas.

Cambiar el buscar ayuda, pedirla y cuando por fin se me concede agachar la cabeza atemorizado por las posibles consecuencias.
 
Siento miedo al rechazo, por eso mi esfuerzo inútil de caer a todo el mundo bien. De desear que todo el mundo dijera lo mejor de mi para sentirme aceptado o el centro de atención.

No soy el niño bueno y cariñoso, tengo mis sombras, mis pesadillas y mis oscuros deseos.

Me considero bisexual, porque cuando he necesitado cariño y afecto me ha dado igual el sexo del que fueran los brazos de quien me ha acogido y abrazado, e igualmente me ha dado, cuando se despierta el deseo en mi.

He hecho de mis bromas sobre mi mismo un escudo, para cuando llegara el que me hiriera yo reirme de ella.

Y Lidia nunca ha sido la mala. En todo caso la víctima. Y si he dicho algo que pudiera haber parecido que lo achacaba a ella pido disculpas y me retracto de ello.

Intento cambiar, para volver a ser yo mismo, o lo que ahora llaman, encontrarse a si mismo.

Un hombre me preguntó una vez que era lo que mas me gustaba y no le supe responder.

Ahora sigo sin saberlo, pero ya se que me gusta escribir, me gusta abrazar y achuchar con todas mis fuerzas, me encanta acariciar, besar, me gusta escuchar, me gusta ayudar, me gusta el sexo, me gusta el morbo, ser un ángel en la casa y un demonio en la cama, me gustan los largos paseos, aventurarme en lo desconocido muriendome de miedo por dentro, me gusta crear historias, crear mundos, inventar cuentos sobre cosas y situaciones que he visto y vivido, me gusta que la gente las lea, me gusta conocer gente nueva, me gusta aprender y experimentar, me gusta lo que hago ahora, quitarme mi vieja armadura oxidada y tirarla a la basura.

Me gusta vivir la vida, y siento al que no le guste, pero es mi forma de vivirla y sentirla.

Espero nunca descubrirme removiendo la basura para encontrarla.

Ahora me toca ser yo mismo.

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