martes, 3 de abril de 2012

LA TEJA EN LA CABEZA

No hace mucho tiempo.

Un hombre paseaba por la calle y se encontró con una larga cola de gente en espera.

- ¿Qué pasá? - Preguntó el hombre.

Y la familia que tenía delante le dijo que hacían cola para ver a un portentoso adivino, según decían siempre acertaba en sus designios y no cabía lugar a error.Tanto era así que no solo adivinaba el futuro, sino que daba el porcentaje exacto de que esto te ocurriera. EL MAYOR ADIVINO DEL MUNDO.

Hizo cola con los demás y cuando por fin le llegó el turno, un hombre sentado a la mesa con bata blanca, lo miró de arriba a abajo, y con acto solemne escribió algo en un papel que le entregó doblado y le despidió con un nada amable...

- Siguiente...

El buen hombre nervioso abrío el papel para leer lo que en él ponía.

         "TIENES UN 90% DE PROBABILIDADES QUE TE CAIGA UNA TEJA EN LA CABEZA"

El hombré se quedo sorprendidonte la lectura de aquello. Aquel era un famosos adivino y nunca se equivocaba.

Su vida corría peligro.

Salío despavorido corriendo y llorando del despacho, no haciendo caso de las reacciones de la gente que leía su papel donde venía escrito su futuro. A él ya nada le importaba.

Debía cuidarse por su vida. Una teja en la cabeza es mortal de necesidad.

Salió a la calle y descubrió que todos los tejados de las casas estaban cubiertas de tejas. Cada techo tenía un centenar de tejas, cada casa un techo y en cada calle decenas de casas.

Su muerte estaba presente en cada esquina.

Se sintió muy desdichado y salio corriendo despavorido por las calles con las manos a la cabeza, para protegerse de la fatal teja.

Entró corriendo en una ferretería y se compró el mejor casco de obra que había. El ferretero le vendió uno, muy bueno, de un color amarillo y carísimo. Era tan caro porque te protegía del 90% de los impactos que pudiera sufrir en la cabeza.

Respiró tranquilo y aliviado y salío del local luciendo orgulloso su casco.

La gente que lo veía por la calle lo señalaba con el dedo y se reía de él. Pues su aspecto era rídiculo. Vestica con ropa normal de calle pero el casco amarillo desentonaba. Pero el se decía.

- ¡Ay pobres ignorantes! No sabeís que una teja se os puede venir encima en cualquier momento.

Pero luego le dio por pensar, ya tranquilamente, mientras se sentía seguro bajo su llamativo casco. Esto me protege del 90%, ¿Pero que pase con el restante 10%? El 10% de un 90% es un 9%. Eso significa que de cada 100 Tejas que hay en un techo, 9 me pueden caer a mí.

Y de repente volvió a tener miedo.

El hombre hechó a correr hacía su casa mirando al cielo no sea que una teja le cayera en la cabeza. Esto hizo que tropezará continuamente con las baldosas de la calle cayendo de bruces y haciendose continuas heridas.

Pero volvía a levantarse y seguía corriendo para volver a caerse por estar mirando al cielo.

Una de estas caídas fue tan fuerte, que se hizo una fea herida en la pierna y del impacto el casco salio despedido, yendo a parar a los pies de un grupo de niños, que divertidos, empezaron al jugar al balón con el casco.

El hombre caído, apenas pudiendose poner en pie increpó a los niños que le devolviera el casco. Pero estos asustados por la mirada de loco del hombre cogieron el casco y salieron corriendo.

El hombre, sangrando, sentando y desesperado comenzó a sollozar sobre su mala fortuna.

- Una voz le dijo. ¿Le podemos ayudar?

Era la familia que había pasado antes que él para ver el adivino.

- ¡Ay cual grande es mi desgracia!... ¡El adivino me dijo que me iba a caer una teja en la cabeza!

- ¿Y por eso te lamentas?...  Te presentó a mi hija Alba, tiene 3 añitos,  y a los 6 meses de edad el adivino le dijo que tenía un 99% de posibilidades que le cayera una teja que acabara con su vida.

- ¿Y le cayó?

Preguntó el hombre atónito al ver que la niña seguía viva, sonriendo, con su cabeza desnuda de todo pelo, feliz cogida de la mano con sus padres y con su hermanita. Pero sobre todo... SIN CASCO.

- Claro que sí, y muchísimas veces. Muchas veces creíamos que se nos iba, pero con ganas de vivir y cariño seguimos juntos.

El hombre confuso meneaba su testa.

- No, no lo entiendo. El adivino dijo que había un 90% de probabilidades de que me cayera una teja en la cabeza....

- Exacto. - Contestó el hombre.- Lo que no recordaste es que desde el día que nacemos tenemos un 100% de probabilidades de morir. Tu te has centrando en el 90% de que algo malo te ocurra pero nosotros alimentamos el 10% de seguir viviendo.

El hombre asentía poniendose en pie lentamente mientras el padre de Alba le ayudaba a incorporarse y seguirle explicando.

- Tener unos hijos tan maravillosos como Alba y su hermanita es de una probabilidad entre un millón. UNA ENTRE UN MILLÓN. Y lo hemos conseguido, su madre y yo. Si he logrado uno entre un millón que nos impide alcanzar uno entre cien como es en el caso de Alba.

El hombre dio las gracias a aquella generosa familia que le había enseñado, que lo más importante no es lo que te depara el futuro ni los avatares que te vendrán, la clave está en como afrontarlos.

¿Huyendo o enfrentandote a ellos con ganas de vivir?

Hoy Alba sigue adelante y su familia siguen logrando triunfar en una proporción de 1 contra 100, mientras el resto del mundo se desespera por un 9 contra 1.

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